El Jubileo inspira y enriquece de múltiples maneras
Klaus Kieβling, Presidente del CID siente una enorme gratitud al concluirse el Jubileo
Discurso en la conclusion del Jubileo
Alocución al final del Jubileo
Queridas hermanas y hermanos:
Puesto que a mi me tocó la tarea de abrir nuestra conferencia en el nombre de la Directiva y de la Asamblea de los Delegados, también la voy a cerrar ahora. Sin embargo, llevar el Jubileo a término también significa mantener las puertas abiertas – e invitarlos a nuestra próxima Conferencia internacional de estudios. Se celebrará en el año 2017, concretamente del 7 al 10 de setiembre en Estrasburgo, Francia.
Aún recibirán esta información por correo electrónico y también pondremos a su disposición varios textos que nos pidieron – particularmente el mensaje de nuestro Papa, el del Cardinal Maradiaga y el de nuestro Protector, cuando se hayan elaborado y oficialmente aprobado las traducciones a los diferentes idiomas.
Pero antes que nada en esta mañana de domingo me siento muy agradecido:
Porque Uds. han venido,
Por la gran variedad de contribuciones a nuestro Jubileo,
Por su paciencia cuando teníamos que cambiar el programa o cuando el mismo resultaba bastante fatigoso,
Por su solidaridad, también por su solidaridad ecuménica.
Yo me siento enriquecido e inspirado en muchos sentidos. Déjenme retomar solamente tres ideas:
Primero quisiera volver sobre nuestro Santo Padre. Como lo puso el Papa Francisco, los diáconos son embajadores de Jesucristo, embajadores de la encarnación de Dios. Como yo lo veo, la encarnación de Dios empieza con nuestra propia encarnación. Como embajadores de Jesucristo estamos llamados a contribuir a la encarnación mutua, tanto entre nuestros prójimos como en el mundo entero. Al final de nuestro Jubileo estoy convencido más que nunca de que podemos y tenemos que contribuir a que la visión de nuestro Papa de una Iglesia universal diaconal se convierta más y más en una realidad.
La segunda idea surgió a lo largo de los días: los diáconos construyen puentes – entre seres humanos, entre idiomas, entre culturas, entre el cielo y la tierra. Cada uno de Uds. ha construido y sigue construyendo puentes en estos días. En este sentido todos somos diacónos, hombres y mujeres, oficialmente o en secreto.
La tercera idea proviene de Asisi. Ayer vimos la famosísima imagen en que Francisco proclama el evangelio a cada criatura. La misión del diácono Francisco también es nuestra misión. Es nuestra tarea proclamar el evangelio a cada criatura. Les deseo a todos Uds. que siempre – en todos sus caminos – encuentren al menos a un ser humano que comparta con Uds. el evangelio. ¡Muchísimas gracias!
Klaus Kießling, Presidente del CID